SAVANNAH: 4TH OF JULY
“Life is like a box of chocolates, you never know what you are gonna get”
Forrest Gump
No hace falta excusa para que Vic y yo inventemos viajar, pero esta vez la teníamos: fin largo por el 4 de julio. Los americanos se toman estas cuestiones muy en serio, estas “vacaciones” cortas son sagradas, los amigos se reúnen y se lanzan fuegos artificiales por aquí y por allá. Esta gente valora ser libre, y pues yo que salí de un país sin libertad, agradecía esta oportunidad para recordar cuan valiosa es.
Welcome to Savannah
Dato curioso: Dicen por ahí que Savannah lleva ese nombre porque al general James Edward Oglethorpe, quien fundó la ciudad, le recordaba a las sabanas españolas
El 3 de julio salimos manejando desde Orlando hasta Savannah -5 horas aproximadamente-. Como siempre repito, estas carreteras sí que da gusto recorrerlas. Georga es un estado gigante, lleno de sabanas, vegetación por todos lados. Podía imaginarme cómo hicieron aquellos hombres valientes, que recorrieron estos espacios kilométricos a caballo, a pie, liberando esclavos que trabajaban forzosamente en los plantations, en búsqueda de la libertad. Este, definitivamente, es un gran país.
Llegamos a Savannah y de inmediato sentí empatía. La ciudad transmite una energía bonita. Nisiquiera me sentía en Estados Unidos, lo percibía como un pueblito europeo. Dejamos las maletas en el hotel –Andaz, súper bonito- y muertos de hambres nos fuimos a buscar comida.
Rápidamente navegué por Yelp, y dimos con Zunzis, que según turistas y locales, tenía los mejores Sandwiches de toda la ciudad. Y no se equivocaron. La verdad es que aunque no parece –la fachada es pequeña y no está muy limpia- nos comimos dos sándwiches deliciosos –yo de hongos con calabacín y Vic de pollito con queso-. El calor era de morirse, porque se come en unas mesitas que tienen afuera del local, pero valió la empapada en sudor.
Salimos a caminar para bajar la comida y conocer la ciudad, y bajamos muchísimas cuadras hasta el Forsyth Park. Yo estaba fascinada con las fachadas de entrados 1800, los porches con barandas de hierro, los postes antiguos de luz y las flores adornando todo alrededor. En Bull Street, encontrabas una plaza en cada cuadra, cada una diferente a la otra. Era como un paseo arquitectónico, un deleite para los ojos de cualquiera. BTW, en el camino nos cruzamos con Adam Sandler, que caminaba con sus dos niñitas – al parecer estaba grabando una película-.
Dato curioso: el hierro, en 1800, era sinónimo de riqueza y las casas siempre comenzaban 1 piso más arriba para disminuir el ruido del trote de los caballos y para que les entrara mejor la brisa
Llegamos al parque e imaginé cómo hubiera sido mi vida si hubiera estudiado allí. Aquí está la famosa escuela SCAD –Savannah School of Arts and Design-, que tiene más de 50 edificios distribuidos en toda la ciudad y esto permite que además haya mucha vida artística. El parque estaba lleno de jóvenes, disfrutando el verano, jugando sanamente algún deporte. Habían chicas leyendo, personas mayores paseando a sus mascotas. La verdad es un estilo de vida espectacular, tranquilo y artístico. Me conecté mucho espiritualmente. Quizá en un futuro me anime a estudiar algo aquí.
Dato curioso: en este parque sembraron diferentes tipos de árboles que cambian las hojas en distintas fechas del año. Esto permite que el parque siempre se mantenga verde.
Regresamos caminando hacia el norte y nos cruzamos con muchas galerías, tienditas de diseñadores independientes, locales para curiosear y restaurantes no franquiciados. Esta es una ciudad para caminar. En una de esas peripecias intentando tomar una foto, rompí mi Iphone 6 plus nuevo en mil pedazos (el segundo que rompía en el mes). Mi esposo, que es un sol paciente, agradeció tenerlo asegurado. La mala suerte no nubló nuestro día, porque inmediatamente fuimos a comernos un helado de yogurt en Broughton Street, para pasar el guayabo.
Para finalizar el día, caminamos hasta el River Street que es la calle que bordea el Savannah River. Es un camino empedrado, lleno de bares, restaurantes y tienditas de diseñadores, para pasear, tomarse un trago y disfrutar del atardecer. Es una ciudad muy particular, con muchos detalles para curiosear.
Dato curioso: Savannah está dentro de los primeros 7 puertos de Estados Unidos. Desde el River Street es posible ver los barcos y sus containers.
Estuvimos allí como una hora, vimos el atardecer -7:30 p.m.- y nos fuimos al hotel a descansar un rato. La intención era salir en la noche, pero el sueño pudo más que nosotros y terminamos durmiendo hasta el día siguiente.
Happy 4th of july
Mi esposo tiene una hermosa cualidad, que de hecho es de las cosas que más admiro de él, y es su capacidad de mantenerse en contacto con todas las personas que han aportado algo positivo en su vida. Pueden ser amigos de la infancia, de la universidad, ex jefes, profesores o alumnos, Víctor siempre los recuerda, les escribe, los llama y se actualiza con ellos.
Así que en nuestro segundo día en Savannah #MyPowerBaby contactó a quien fuera su primera profesora de inglés cuando llegó a Washington en el 98. Baby, de casualidad sabía decir Hello, no sabes lo que ella me ayudó. De alguna manera Víctor, que después finalizó con éxito dos postgrados, el bar de New York y ahora es ciudadano americano, sentía que Joyce Connan -y su paciente enseñanza del inglés- fue un gran aporte en sus logros.
Y como todo lo que a él lo hace feliz, a mi me hace requeté feliz, accedí a desayunar con ella en el brunch de nuestro hotel. Así que a las 9:00 a.m. nos encontramos en el lobby con una mujer regia y encantadora, de entrados los 70, de punta en blanco, coqueta y con una sonrisa de oreja a oreja. Hello Cristina, nice to meet you. Muy PR, Joyce ya se sabía mi nombre y mi profesión.
Compartimos con ella alrededor de dos horas y yo estaba fascinada escuchando la historia de su vida. Vic había perdido el track por unos cuantos años y la había le había dado un giro de 360 grados. Para echarles el cuento corto, a principios del 2000 enviudó, su esposo difunto era agente secreto del FBI, se mudó de DC y dejó de dar clases de inglés, años después conoció a otro agente, con el que está casada, se cambió el apellido y ahora vive en Savannah con su nuevo amor. Estaba bella, feliz, saludable. Cuando sea grande, quiero ser como ella.
Nos despedimos con cariño, les tomé una foto juntos –que Vic por supuesto se la hizo llegar de inmediato- y continuamos nuestro tour por la ciudad. Este día decidimos tomar un city tour en el famoso “Old Town Trolly”, un paseo de 90 minutos, con 16 paradas llenas de historia. A veces me gusta tomarlos, porque uno se ubica mejor y aprende de los locales.
Dato curioso: una de mis películas favoritas, Forrest Gump, fue grabada aquí en Savannah–para ser más específica, la parte donde Tom Hanks está sentado en el banco de una plaza, contando su historia a todo el que se sienta al lado-.
Comenzamos el recorrido y además de conocer mejor la ciudad, disfrutábamos al máximo el cariño que los choferes de los trollys le ponían a su trabajo. Contaban las anécdotas con emoción, interactuaban con los pasajeros y echaban chistes. Me impresionó ver que hay muchísimos tours a Haunted Houses. Yo nunca los haría pero me pareció divertido.
Dato curioso: El dicho Keep up with the Jonses viene de aquí, porque hay una calle que se llama Jon Street donde están las casas de los multimillonarios.
Con un mapa, íbamos decidiendo en cual parada bajarnos. Una fue la iglesia católica –la más antigua de toda Georgia-, para darle gracias a Dios por tantas bendiciones. Luego caminamos por el City Market-una callecita llena de locales, restaurantes y tiendas de souvenirs– donde compré mi pin de Savannah y Vic se tomó una cerveza fría –el calor estaba muy intenso-. Al final de la calle, hay una chocolatería que es un MUST y allí compramos unas cotufas cubiertas de chocolate, para morirse.
Abordamos el Trolly otra vez –puedes montarte durante todo el día-, y fuimos a pedir reservación al restaurante donde queríamos cenar, The Old Pink House. Este día cumplíamos 10 meses de casados por el civil y bueno, siempre hay un motivo para celebrar. Así que después de reservar, nos fuimos al hotel a bañarnos y descansar.
A las 6pm, un taxi nos buscó por el hotel –estaba cayendo una lluvia torrencial- y nos llevó al restaurante. Lo recomiendo al 100%. La atención es muy buena, la comida deliciosa y el lugar es súper bonito. Si se animan a ir, no dejen de reservar porque el local se pone a reventar. Y pidan el corn bread de entrada, es too much.
Regresamos al hotel, descansamos un ratico, y a las 9:00 p.m. nos fuimos caminando al River Street a ver los fuegos artificiales. Nunca había estado un 4 de julio en Estados Unidos, celebrando el día de la independencia, pero debo reconocer que aunque no soy de este país, la alegría es contagiosa. La gente tenía sus camisas de Estados Unidos, cantaban canciones patrióticas y alzaban sus banderas. Además, durante el show, sonó la canción God Bless America – la misma que pusieron cuando se juramentó #MyBaby – y esa canción me pone los pelos de punta, es preciosa.
Con el cielo despejado y los rostros de alegría, nos despedimos de una ciudad que nos cautivó, con muchas ganas de volver. Pensé que no importa cuanto dinero se gaste la ciudad en 15 minutos de fuegos artificiales –que debe ser un dineral- porque se fomenta el amor por la libertad y la celebración de fechas que de alguna manera han marcado la historia de un país. La inversión en estas cosas, por muy alta que sea, trae muchos frutos positivos en la cosecha. Esta gente quiere a su país y estoy agradecida de haber aprendido esto. Savannah volveremos a vernos muy pronto.