Mi primer crucero: Oasis of the seas
Con 27 años, no tenía la dicha de decir que me había “montado” en un crucero -qué criolla-. A mi mamá, que era la que siempre organizaba los viajes cuando vivía con ella, la verdad creo que nunca se le ocurrió. Y fue desde que me mudé a Miami, que veía ese “chorro” de barcos gigantes entrar y salir todos los benditos sábados, que me dio como “antojito”.
Así que a finales del 2015, escribiendo mis metas de 2016 -entre ellas la sección de “lugares por conocer”- me acordé que viviendo en el Caribe, nunca había tenido la oportunidad de recorrer sus islas y le propuse a mi #PowerBaby que me lo “regalara” de cumpleaños -regalo avisado, no mata soldado-. Hágase su voluntad
El muy lindo-lindo reservó en el segundo barco más grande del mundo, el Oasis of the Seas de Royal Caribbean. Además me dio la súper noticia de que escogió una habitación con balcón -en el fondo creo que nos daba un poco de claustrofobia tener una ventanita circular y sentirnos dentro de una pecera-. Nos informamos bien e hicimos todas las reservaciones de las cenas y los shows con anticipación porque nos dijeron que los puestos se agotaban rapidísimo. También compramos los paseos para las tres islas que visitaríamos -Bahamas, St. Thomas y St. Maartens-. Y pues con toda esta organización y mucha emoción, recibí mis 28 en el azul más bonito del globo.
2 de abril del 2016:¿Cómo es que esta broma no se hunde?
Salimos de Miami a las 12 p.m. vía Ft Lauderdale. Yo estaba demasiado emocionada, tanto que no me importó que el día estuviera gris. Llegamos al puerto y nos recibieron muchos trabajadores, se llevaron nuestras maletas y entramos a una suerte de galpón enorme donde pasamos por 3 etapas:
Primera etapa: Seguridad. Es tal cual como un aeropuerto, pero sin quitarte los zapatos. Es más relajado, supongo que por la cantidad de personas de tercera edad y niños que viajan. Ya aquí comenzó a llamar mucho mi atención la logística. Yo siempre he dicho que de no haber estudiado Comunicación Social, hubiera estudiado Ingeniería de Producción. Todo lo que es automatización de procesos, me encanta.
Segunda etapa: Check in.Te ubicas en una fila según el tipo de habitación que reservaste y según tu status -tipo las aerolineas, Gold, Platinum, etc- Obviamente no teníamos status porque no viajamos nunca en crucero, pero me impresionó ver gente que sí, que capaz este era su décimo crucero. Después me daría cuenta por qué los disfrutan tanto.
En este nivel te entregan el famoso “sea pass” que va a ser algo así como tu ID en el crucero. No lo puedes perder por nada del mundo ya que con esta identificación no solo entras a tu habitación, sino que también te hacen los cargos de lo que consumas -adicional a lo que esté incluido-, lo necesitan para tomarte fotos y meterlas en tu “carpeta digital” y también cuando te bajas del barco, lo necesitas para volver a subirte. En fin, este step es bien importante. Aparte te dan información útil sobre las actividades del barco, un mapa para que sepas donde está todo, y en nuestro caso, la clave del wifi -que lo pagamos adicional-
Tercera etapa: Welcome on board! Estilo Disney, te toman la foto famosa con el “barco” de fondo -es un afiche gigante”- y luego te venden un “porta carnet” para que lleves el “sea pass” siempre contigo. No lo compramos, aunque hubiera sido útil. A través de un puente movible, entramos al barco, escanearon nuestro nuestro carnet y bienvenidos a bordo.
Cuando entré no lo podía creer. Es literalmente un hotel navegante. Me sentía en el Wynn de Las Vegas. En el main lobby, piso 5, había de todo: como cinco restaurantes, tiendas de marca, venta de souvenirs en la mitad del pasillo, una fuente debajo de un bar flotante, un estudio de fotografía, un Starbucks y del otro lado un teatro gigante -no exagero, tamaño Broadway-. Estaba overwhelmed, no sabía por donde empezar. Primero hicimos varias preguntas sobre un crédito que teniamos con AA -compramos el viaje a través de ellos-, y subimos a nuestra habitacion, en el piso 7 – de 15, imagínense -.
La habitación era muy cool, perfecta para dos y con vista al mar. Todo perfectamente pensado para un barco, todo pequeñito pero sin riesgo a moverse o romperse. No podia pedir más. Como las maletas no nos las habian dejado aun, nos fuimos a conocer los restaurantes donde ibamos a comer y a hacer la reservacion en el restaurante especial por mi cumple al día siguiente.
A ver, les cuento. En el barco las tres comidas estaban incluidas. Los desayunos y almuerzos podíamos hacerlos en varios restaurantes que tenían ciertos horarios. Para las cenas, que eran menús más elaborados, podíamos elegir entre 2 turnos: 6 p.m. y 8 p.m, y aquí el restaurante si era “impuesto”. Nos tocó uno llamado Silk. Elegimos las 8 p.m. y, en base a eso, todos los shows que veríamos. Pero además, en el barco habían seis restaurantes más de lujo -y no incluidos en el paquete-. Y como mi cumple sería una ocasión especial, elegimos el 150 Central Park para cenar ese día en particular.
Después subimos a conocer los otros restaurantes, el gimnasio, también el spa y pagamos por un paquete de sauna y steam room por toda la semana. Luego nos llamaron para darnos las instrucciones de emergencia -estos gringos y sus precauciones, por eso son la primera potencia del mundo- y al terminar, subimos al último piso -el 15- para ver cómo zarpaba el barco.
Dormimos un ratico y fuimos al show que teniamos a las 6:30 p.m., Oasis of Dreams. Me gustó bastante, era de agua y participaban clavadistas y nadadoras de “Nado Sincronizado”. Estaba anonadada con toda la escenografía, la piscina movible y toda la logística que implicaba hacer un show en la proa de un crucero. WOW. Luego cenamos en el restaurante SILK y compartimos con otros pasajeros que se sentaron en nuestra misma cena. Éramos una mesa interracioal -morenos, norteamericanos y los latinos aquí presente. Para terminar la noche, fuimos a jugar -bueno, perder- al casino.
Lo que aprendi hoy
– El barco es un melting pot de culturas. La tripulación es una mezcla de indios, filipinos, rumanos, norteamericanos y pare usted de contar -aunque a pepa de ojo, ganan los indios-
– Hay más tripulación que pasajeros, creo que el doble. Existe un mundo paralelo en el barco, miles de personas que uno no llega a ver, que entre muchas otras cosas, cocinan, lavan, limpian, mueven el barco, etc.
– La logística del detalle. Obviamente la práctica hace al maestro, estos tipos se las saben todas +1. Pero me impresiona mucho lo informados que están las personas que trabajan en el barco -sabían que mi cumpleaños era al día siguiente y la camarera del cuarto se sabía nuestros nombres, y los de las otras 20 parejas del pasillo- Hello?
– Un crucero es una obra de ingeniería admirable. Me preguntaba… Si uno lanza su celular al agua, y se hunde, ¿cómo este mamastro con todo el peso que tiene encima se mantiene a flote? IM-PRE-SIO-NAN-TE
– Agradecer. No se si la tripulación se aburre trabajando en lo mismo todos los dias, o si están aquí por necesidad- pero yo les doy las GRACIAS todo el tiempo porque no debe ser fácil estar montando en un barco por meses y no ver a tu familia. Entre otras cosas más.
3 de abril: Feliz retorno solar, para mi
Unas semanas atrás, y como todos los años, mi astrólogo me hizo la Revolución Solar, y este año mi nuevo nacimiento sería a las 6:45 a.m. A esa hora debía hacer mi conexión con el universo, agradecer y hacerle mis peticiones para este nuevo año. Así que me desperté a las 6:30 a.m., me vestí y subí al piso más alto del barco. Mientras tenía mi conversa con el Universo, vi como el barco atracaba en el puerto de Nassau, en Bahamas. Fue un momento muy lindo y especial.
Luego subió my Lord y desayunamos juntos. Volvimos a la habitación, dormimos un poquito más y a las 9 a.m. nos bajamos del barco para encontrarnos con los organizadores de la excursión para hacer snorkling. El grupo no estaba muy organizado, pero como buenos venezolanos nos metimos de primero y conseguimos puesto en el catamarán.
Navegamos como 45 minutos hasta llegar a una piscina natural para hacer snorkling. Nos llevamos nuestras propias máscaras y tubos -somos un poquito picky con el higiene de estas cosas- y bajamos a nadar. La verdad no vi tanta fauna marina como en Los roques, pero igual siempre es divertido. Complains: los chalecos nada que ver, complicadísimos de amarrar. Pero aparte de eso, todo bien. A las 2 horas, comenzamos a navegar para regresar al barco.
Al llegar comencé a responderle a todas las personas que me habian escrito. Almorzamos, conocimos unas partes nuevas del barco -piscina de olas, mini golf, maquinitas, una tiendita donde te dan helado gratis- y luego bajamos al spa, donde teniamos una cita para un baño detox. Fue super rico y de verdad fue una desintoxicación porque terminé con mucha sed y un poco mareada -nos lo advirtieron-. Luego dormimos un ratico en unas camas calientes super relajantes y subimos a la habitación a arreglarnos para nuestra super cena de cumpleanos en el 150 Central Park rest.
Llegamos a las 6:30 p.m. y nos sorprendimos de la cantidad de gente elegantísima que habia en el barco -creo que era el formal diner o la cena con el capitán y nosotros ni enterados jajaja igual estabamos boniticos-. La comida divina. Fue una degustación de 6 platos. Julienne, nuestro mesero, fue un amor y nos explicó plato por plato lo que contenía, con una atencion super amable, pendiente de rellenarnos la copa de Champagne y al final me sorprendió con una torta, con velita y todo.
Le pregunté por su historia y me conmovió saber que venía de una isla de Honduras -donde la lengua primaria es el inglés- y que lleva 10 años trabajando en el barco para mandarle dinero a su familia. Se sentía muy afortunado de tener trabajo y de que sus hijos esten yendo a buenos colegios y universidades. Le dimos una súper buena propina, de verdad es admirable.
Salimos de alli y aprovechamos la pinta para tomarnos fotos -aunque al día siguiente me daría cuenta que salí con todos los dientes manchados de rojo- y terminamos la noche en Cats, un musical bellísimo coreograficamente pero la verdad no entendí nada de la historia. Fue un cumpleaños maravilloso
Lo que aprendi hoy
– En este barco hay mucha gente del norte de Estados Unidos, blancos y demasiado gordos. OJO, no es un comentario racista, solo llama mi atención. Y lo de la gordura si es una crítica, porque es gente que no cuida de su salud en lo absoluto, es como si nunca hubieran comido.
– Es un planzaso para venir en familia, tipo para navidad, y estar “juntos pero no revueltos”. Hay actividades para grandes y chicos.
– El precio del crucero es medio “engaña bobo” porque te cobran todas las bebicas alcoholicas, las propinas, los cafés en los restaurantes, las excursiones… En fin, hay que venir con presupuesto porque si no pues gastar el doble.
– El trabajo más horrible de todo el barco es el de los fotógrafos -me fijé mucho en ellos porque obviamente es mi profesión-. Es un trabajo frío, cero creativo. En todos los spots te hacen colocarte de la misma manera, son unos “robots” dirigiéndote, siempre las mismas poses. Aparte hay gente que quiere tomarse fotos en 35 poses distintas y las caras de los pobres fotógrafos eran todo un poema. De verdad, el peor trabajo de todos.
– Te arreglan el cuarto 2 veces al día y siempre te dejan el Day Planner del dia siguiente para que te organices. Esto es lo máximo.
– La logística es simplemente impresionante. Hay gente encargada de todo, hasta de ponerte sanitizer en las manos antes de comer. De verdad hay un mundo subacuático que uno no tiene idea donde hay gente que trabaja día y noche por uno.
Lunes 4 de abril: navegar también es divertido
Nos paramos tarde y subimos a desayunar. Me llamaba demasiado la atención toda la logistica de la comida, la reposición de los platos que se acababan, y además la pensar cuantas neveras, refrigeradores y cajas de comida podía haber dentro del barco – estadísticas tipo cuántos huevos se consumen en una semana en el barco, etc-.
Cuando fuimos a cambiarnos y buscar sillas en el barco, !pagamos la novatada! No había ni una. Muchas sillas tomadas con toallas y bueno, uno respeta. Yo quería frente a la piscina -y eso que habían como 6- pero nada. Encontramos 2 solitas en el último piso del barco. Estuvimos un ratico allí y luego fuimos a probar la piscina de olas que fue un súper vacilón – menos la parte en que hicimos la cola por 45 minutos y no sabíamos que teníamos que firmar un waiver y perdimos el puesto, cool–. Nos reímos demasiado y vic resulto ser un pro.
De allí almorzamos y fuimos a jugar bingo -tenían unas maquinas súper tecnológicas que te llevaban la cuenta y me faltó solo 1 por ganar-. Este mismo día Víctor se hizo adicto a una maquinita del casino y gastamos como $25 tratando se ganar -$1 por jugada- y tanto fue el pique de Víctor que terminó buscando en Internet de donde era la máquina para saber cual era el truco -tes-tos-te-ro-na. Bajamos al gym, hice algo de cardio y piernas -aquí se siente más el movimiento porque está en la proa del barco- y luego bajamos al sauna a botar toxinas. Nos bañamos, nos tomamos fotos en 2 sets de fotografía y cenamos en el SILK -nada del otro mundo la comida-. Para terminar la noche, fuimos al Comedy Show y nos reímos muchísimo.
Lo que aprendí hoy
– Creo que el trabajo más aburrido de todos -después del de los fotógrafos- puede ser el del chamo que sirve el pan y el agua en la mesa. No hace más nada, no habla, no interactúa. Me da pena por ellos. Capaz es por mi personalidad, que necesito retos y cambios, pero no puedo imaginarme hacer eso 7 días a la semana, por años.
– Hay que leer más cuando uno se viene a un crucero, porque pagas muchas novatadas. Hay restaurantes o áreas recreativas del barco que quizá nunca llegas a conocer porque no todas están a la vista. Aunque hayas reservado el show, si llegas 10 minutos antes, la reserva se anula y abren el teatro para todo el mundo. En fin, puedo hacer una lista. Investiguen mejor.
– Esta gente te saca real por todos lados – bingo, casino, fotos- se las saben todas.
Martes 5 de abril: St Thomas, donde los venezolanos también pudieran pedir asilo político
Atracamos en St Thomas a las 10:30 a.m. así que nos dio tiempo de desayunar tranquilos e incluso dormir un rato más. Bajamos en la isla y nos llevaron con un grupo a una playa que se llama Secret Sands. Para esta parada, quisimos tener un día relax de playa, ya que en Bahamas hicimos en snorkling y en St Marteen también tendríamos una actividad en movimiento.
En el bus conocimos a una pareja venezolana que viven en Toronto, Liliana -de Maracaibo- y Santiago -de Margarita-, súper cheveres. La pasamos juntos en la playa, aunque fue una súper decepción porque no estuvimos ni dos horas allí. Y mosca con esto, te dicen que el paseo dura 5 horas, pero eso cuenta la hora de ida y la hora de vuelta, así que ese no es el tiempo real que pasas en la playa. Secret Sands preciosa, pero estuvimos muy poquito tiempo.
De regreso al barco nos paramos en un mirador para tomar fotos y comprar souvenirs. Nos dejaron en downtown y me tomé mi primera piña colada con piña y coco de verdad -las del barco son un fail-, caminamos un poquito y luego pedimos un taxi al barco.
St. Thomas es territorio estadounidense, pero se maneja como los ingleses -por la izquierda-. Se hablan 3 idiomas -inglés, francés y español- y las aguas son hermosas. No conocí mucho de la isla y me dio la sensación que siempre te sacan temprano de las actividades para que compres, compres y compres. Y eso me daba fastidio porque yo no voy shopping, me aburre. Solo compro pines y magnetos para mi mamá y mi suegra, pero como todo, siempre quieren hacer negocio contigo.
Antes de montarnos en el barco, Victor conoció una venezolana que tenía 15 años viviendo en St. Thomas. Wow, jamás hubiera pensado en este destino a mi salida de Venezuela. Ella dejó la Guaira justo después del deslave y el esposo era nacido aquí. Pues mi esposo, abogado de inmigración, aprovechó para preguntar si era posible pedir asilo político desde aquí, y la señora conocía de varios casos. Suponemos que el proceso tardará más, pero es territoria americano así que debería ser válido. Agarren dato.
Subimos al barco y como ya los restaurantes de almuerzo estaban cerrados, comimos hamburguesas en el café que esta abierto las 24 horas -muy malas-. Luego Vic y yo bajamos al sauna, dormimos un rato, nos arreglamos, bajamos a las fotos otra vez -quería una foto con cada pinta, a ver qué bueno salía por ahí jajaja-. Cenamos y después tuvimos un show con un grupo que se llama Savannah Jack en el Opal Theatre -súper chévere pero no nos sabíamos ninguna canción y el violinista era un prodigio-. Para cerrar la noche, canté “stay with me” de Sam Smith en el Kareoke. Terminamos con los maracuchos en boleros escuchando un grupo de calipso.
Lo que aprendi hoy:
– Se puede pedir asilo político en los Estados Unidos desde St. Thomas
– No se hace inmigración en esta isla porque seguimos en territorio americano.
– Las excursiones siempre son mas cortas de lo que te las venden para que pases tiempo en el centro comprando. Es una isla con mucha pobreza
– Todos en estas islas te recuerdan 29 veces que los tips no están incluidos, que hay que pagarlos aparte. En un punto, puede sentirse hasta falta de respeto.
Miercoles 6: St. Marteen, the friendly island
Hoy pedimos desayuno a la habitación para no tener que madrugar yendo a desayunar y les cuento que fue un super fail –no lo hagan nunca, por nada del mundo- es mejor subir levantarse temprano y subir. Salimos del barco para encontrarnos con los de la excursión a las 8:45 a.m. y estaba lloviendo -primer día feo de todo el paseo- menos mal que luego escampo.
St. Marteen es una isla mitad francesa y mitad holandesa. Si naces del lado francés, pues tienes esta nacionalidad, y viceversa. La gente convive en paz y armonía -por eso se le llama la “Isla Amigable”, aunque creo que sí se siente cual lado está como más organizado y donde ves más avances arquitectónicos. La isla es súper bonita y tiene muchos muchos lugares para explorar. Nosotros contratamos una excursión para manejar unas lanchitas en la capital de la parte francesa, Marigot.
Oliver, un martinico del lado francés, nos llevo a la bahia de Marigot a hacer el paseo en dinghis. Fue prácticamente privado -otra pareja y nosotros-. Nos explicaron cómo manejar -bueno, a Victor- e íbamos siguiendo a un capitán bordeando toda la costa. Al principio estaba nublado, pero poco a poco el sol fue mostrándose en todo su esplendor.
El paseo fue bellisimo, las aguas espectaculares, salió el sol, e hicimos snorkling en un bajo bello -no vimos tantos peces pero al final Victor echó cambur en el agua y se acercaron todas las barracuditas-. Estuvimos allí 45 minutos y luego paseando por las casas de los ricos. El paseo duró unas 4 horas -pero OJO, decía 5-.
De allí Oliver nos dejo en Downtown y allí almorzamos en el “GreenHouse” unos camarones fritos con coco y plátano -nada mal-. Nos regresamos al barco en boat taxi, descansamos un ratico, y yo me fui a hacerme un masaje que me regaló #MyPowerBaby y le hice upgrade de 25 minutos más porque me dieron $50 de crédito en el spa por mi cumple -hasta esas se las saben-. Fue rico, aunque luego intentaron venderme mil productos y no me gustó esa parte. Subí, me bañé y fuimos al mejor show del barco ever: Fly with me. Miles de coreógrafias, todas en el aire, con la participación de acróbatas, cantantes y bailarines. Showal estilo de Broadway. Después cenamos en el acostumbrado SILK, nada del otro mundo, pero esta vez compartimos más con los vecinos de mesa. Al terminar fuimos a la 70’s Party en el Royal Promenade y por último bailamos un poco de salsa en Boleros.
Jueves 7 y viernes 8: días de navegación y despedida
Nuestros últimos dos días en el crucero, los aprovechamos al máximo. Hicimos muchas actividades con nuestros nuevos amigos venezolanos: piscina de olas, pared de escalada, volvimos a jugar binco y hasta patinamos en hielo. Sí, para terminar de sorprendernos, este barco tiene pista de patinaje sobre hielo -o acrílico, no sé exactamente el material, pero hace las veces del hielo”. Fueron 48 horas bien aprovechadas.
La última noche es el día de las propinas. Te dejan unos sobrecitos en la habitación para que, opcionalmente, les dejes una propina a la camarera y a los meseros que atendieron tu mesa durante toda la semana. Les juro que yo quería dejarles la cartera completa. Qué buena atención, qué servicio tan impecable, qué ganas de hacer el trabajo bien. Quizá uno esté “malacostumbrado” a que la mayoría de los trabajadores de nuestro país no quieran servir para nada, pero esto es lo que se llama ganarse la propina bien ganada. Y yo como siempre, que si me dan una pluma no paro, les escribí un testamento de agradecimiento de parte de los #PowerBabies.
Para cerrar una semana increíble, nos despedimos el viernes de nuestros amigos venezolanos en Boleros, con una botella de Champagne mientras escuchábamos música latina. Siento que hicimos una amistad muy linda en pocos días y nos quedamos con muchas ganas de verlos otra vez.
Siempre agradezco las oportunidades de viajar, no solo porque representan una experiencia nueva de disfrute y relax, sino por todas las circunstancias que vivo para aprender. De este barco me llevo mucho más que la piel quemada y 3 kilos de más -sí, comí como una muerta de hambre-. Aprendí a agradecer, a ver lo invisible, a entender un poco a las personas que viven y trabajan en estas islas tan pobres pero tan turísticas, aprendí de logística, de dirección de arte, aprendí cosas nuevas de mi esposo -esto es todos los días- y para cerrar con broche de oro, hice nuevos amigos, que estoy segura que conservaré en el tiempo. Gracias #MyLord por superar siempre mis expectativas. Y gracias a ti, que llegaste hasta aquí Hasta la próxima!